David Palmada y Ernesto Belenguer escalan el pozo más profundo de España, 475 metros de oscuridad e incomunicados

Hazaña es el adjetivo que, como poco, lo define. Dos miembros del Grupo de Rescate de LA LÍNEA VERTICAL, David Palmada, Pelut, y Ernesto Belenguer, Nofre, han sido sus protagonistas. Este mes de agosto, descendieron al gran pozo MTDE, el más profundo de España –con una caída libre de 475 metros–, para subir en escalada. Le denominaron proyecto Black Hole y lo culminaron en nueve días, en los que no vieron la luz del sol ni tenían cómo ponerse en contacto con el exterior. Al décimo día, si no hubieran culminado el ascenso, sus compañeros del grupo de rescate de LA LÍNEA VERTICAL debían bajar a por ellos. No fue necesario. Un día antes, emergieron.

“Para mí supone haber realizado un sueño –dice David Palmada, Pelut–. Yo funciono por emociones, sentimientos y motivación. Cuando algo me motiva lucho a muerte hasta conseguirlo y soy muy cabezón. No paro hasta conseguirlo. Y desde que vi ese pozo y lo comenté con Ernesto, el objetivo era bajar y ver si éramos capaces de subir escalando”. Y sí que fueron capaces. “Yo lo valoro muy satisfactoriamente. Fue una experiencia más. Una experiencia un poco loca, arriesgada, pero, entre comillas, siempre controlada”, refiere Ernesto Belenguer, Nofre, espeólogo, barranquista y escalador, quien inmediatamente que Pelut le propuso el descenso dijo que sí: “Claro, vamos fijo”.

El Gran Pozo MTDE en la Torca del Porrón, en el municipio de Ruesga (Cantabria), resultó aún más profundo de los 436 metros que midieron hace dos años miembros del Espeleo Club Ábrigu, sus descubridores. Nadie se había atrevido hasta ahora a descender y subir escalando. “Hace muchísimos años que practico la espeleología, de ella aprendí muchísimas maniobras que me han estado acompañando todos estos años en la vertical. Lo que más me motivaba era pensar que, si alguna vez se me rompiera una cuerda, sería capaz de subir escalando para salir del fondo del pozo-cueva en el que estuviese metido –confiesa Pelut–. Esa era una de las cosas en las que más me fijaba a la hora de bajar a un agujero, y siempre terminaba con la misma conclusión: esto es un paredón, pero a la sombra, no entiendo por qué la gente no las escala. Así empezó mi obsesión y tozudez por querer escalar zonas bajo tierra”.

Dicho y hecho. “A mí me dice que soy capaz de realizar los proyectos que me marco a lo largo de mi vida. Saber que soy capaz de enfrentarme a nuevas aventuras y nuevos retos. Y al terminar lo que consigo es saber que me puedo enfrentar a cualquier cosa, salir de este pozo escalando me da fuerza y energía para saber que estoy preparado para enfrentarme a lo que venga”, manifiesta David Palmada, Pelut.

Dos escaladores solos ante el peligro

Ernesto mira hacia atrás y reflexiona: “El momento más peculiar, no sé si diría complicado, fue cuando nos quedamos los dos solos”. En un principio, el proyecto incluía a otros dos miembros del grupo de rescate de LA LÍNEA VERTICAL, Enrique Osiel y David Aragón, Pitu, que finalmente no pudieron enfrentarse al Black Hole. Pero en la primera jornada, Enrique y Pitu sí que estuvieron junto a David y Ernesto, les habían ayudado con los porteos de los 300 kilos de material que necesitaron y a montar los campos de hamacas, ese primer día grabaron y descendieron con ellos. “Estuvimos los cuatro, pasamos la primera noche y al día siguiente dos compañeros se marcharon –sigue narrando Ernesto Belenguer–. Cuando se iba, nosotros empezamos a escalar y, claro, al ver que las luces se alejaban y que ya no nos podíamos comunicar fue un momento incierto. De comenzar a asimilar que ya éramos dos. O sea, que todo lo que lo que pudiera pasar, tanto bueno como malo, lo íbamos a tener que gestionar dos personas, o una en caso de un accidente”.

Es también Nofre quien deja claro que, ante un accidente, no había alternativa: “En caso, de un accidente, si nos hubiera pasado en el segundo día, hasta el décimo día, que eran los que teníamos de margen, nadie habría sabido nada de nosotros. Si uno de nosotros hubiera tenido un accidente feo, no tenía más remedio que dejar al compañero ahí, salir, que habría sido cuatro o seis horas de subida con las cuerdas, y asumir que al regresar ya no habrías podido hablar con tu compañero”. Y añade: “Sí, ese fue, un poco, el momento para mí un poco más incierto, cuando nos quedamos solos. Aunque luego la tranquilidad que hemos tenido entre los dos nos ha permitido en todo momento ser consciente de lo que estábamos haciendo, y con mucha seguridad”.

Dificultades hubo, sin duda, pero David Palmada, Pelut, lo tiene claro: “La mayor  dificultad que hay en esta aventura era la carga psicológica que conlleva, porque la carga técnica la teníamos controlada, la logística la teníamos estudiada y programada, pero el apartado psicológico, el saber si eres capaz de aguantar o no, es una cosa que está en el aire porque solo las puede experimentar cuando estás haciendo la movida. Entonces, ese es el factor más difícil de controlar y más duro. Saber si el primer día voy a querer renunciar, si voy a aguantar o voy a querer estar tres meses más dentro”.

Indudablemente, está también la relación entre los dos. “Además, está la carga psicológica entre Ernesto y yo –continúa–, saber si nos vamos a llevar bien, si uno de los dos va a explotar, si nos pasa algo cómo vamos a reaccionar… y eso realmente para nosotros es lo que tiene encanto, porque el resto ya lo sabemos: somos técnicos en el Grupo de Rescate, estamos escalando constantemente, sabemos movernos. Pero en estas situaciones diferentes a lo que estamos acostumbrados, son lo que tiene valor y dónde está la dificultad real es saber si eres capaz de llevar a término lo que te has marcado”.


David Palmada y Emilio Valdes en su Proyecto Black Hole

Orden y control dentro de la “locura”

Un reto que está por encima de lo que cualquier persona se marcaría, que tiene indiscutiblemente un grado de pasión y otro grado de locura. “Son dos cosas que van cogidas de la mano, pero dentro de la locura hay un orden y un control total, que es lo que lo que necesita este tipo de aventura”, aclara David Palmada, Pelut. “Sí que es verdad que no es una aventura que pueda llevar a cabo la mayoría de personas –prosigue–, como el que podría hacer un trekking en la montaña, que se compra unas zapatillas y se va a caminar. Esto requiere una experiencia y un control de lo que vas a hacer, que también entraña un compromiso muy profundo”.

Al fin y al cabo, Pelut sostiene: “Eso es lo que nosotros estamos acostumbrados a hacer en el día a día tanto en nuestro trabajo como en el ámbito deportivo. El poder mezclar y saber que tú técnicamente estás preparado y qué tienes ese punto de locura para probar, es lo que hace interesante la movida, y también diferente, porque no todo el mundo lo puede hacer”. La escalada y este tipo de aventura es, dicho así, como una droga inaccesible para la mayoría. “Pocos podemos llegar a exprimirla al máximo, porque no todos podemos llegar a ella. Tú lo puedes sentir de alguna manera viendo o leyendo una revista, pero nunca vas a poder experimentar y saber lo que se siente porque no vas a poder estar debajo. Entonces, yo creo que eso es lo que hace interesante estos proyectos, estas aventuras”.

Nueve días después, uno antes de lo previsto, David y Ernesto asomaron por la superficie. “Yo sentí un poco de alegría y un poco de rabia a la vez –dice Ernesto Belenguer, Nofre–. Porque nos dimos prisa para salir un día antes y poder ver un poco la luz del sol e ir acostumbrando los ojos. Y cuando salimos había una niebla y una lluvia… que fue un poco caótico, la verdad. Pero en ese momento ya no te acuerdas de que habíamos estado solos los dos allí abajo, solo sientes alegría por haberlo conseguido y de que hayan salido todas las cosas bien”.

David Palmada añade: “Son unas emociones y unos segundos difíciles de plasmar, porque en este tipo de movida es todo tan intenso que en estos momentos tienes una sensación de alegría, de dolor, de querer llorar, de chillar, de rabia, de todo un poco. De una explosión de sentimientos, de estoy aquí afuera, acabo de realizar lo que nos hemos marcado, con mi compañero, no nos ha pasado nada, pero a la vez ya estás pensando en lo que quieres hacer en breve, en el siguiente reto”.

Como dice ahora, casi dos meses después: “Es una explosión tan grande, una descarga de adrenalina tan brutal, que realmente en ese momento no lo disfrutas. En este momento te alegras porque estás arriba y no te ha pasado nada, solo piensas en limpiarte, cambiarte la ropa y empezar a disfrutar, porque cuando realmente lo disfrutas es ahora, con el paso del tiempo, en esta pequeña entrevista, recordando lo que me estás haciendo recordar”.

Y concluye: “En ese momento es sólo una descarga de «ya estamos fuera, ya hemos terminado», que es guay pero triste a la vez, porque ya está terminado lo que hace tanto tiempo que has estado planeando. Es difícil de explicar una emoción de este tipo.

David Palmada y Emilio Valdes en su Proyecto Black Hole

Implicación de nuestro grupo de rescate

LA LÍNEA VERTICAL, admiten David Palmada y Ernesto Belenguer, también ha sido fundamental en esta aventura. “Cuando salimos, lo que quería es poder darle a los compañeros del Grupo de Rescate sobre todo un abrazo, porque sentía hacia los compañeros mucho agradecimiento y respeto. Porque no es fácil tener a unos compañeros en un sitio como el gran pozo MTDE y no saber cómo están durante nueve días porque es imposible un contacto, una comunicación. Respeto, mucho respeto a eso”.

El Grupo de Rescate estaba alerta, contando los días, para el décimo intervenir si no tenían noticias de sus compañeros. “Para nosotros –sigue narrando Ernesto–, saber que teníamos ahí a nuestros compañeros del grupo de rescate, es saber que teníamos cerca a grandes profesionales. Y eso te da tranquilidad. En una movida así puede haber entre un 70 y 75% de probabilidades de que pase algo, porque era una cavidad muy poco explorada. Ya nos pasó que se cayeron piedras encima de un compañero en diciembre, cuando estuvimos para prepararlo. Los compañeros eso lo sabían, y estuvieron pendientes de la hora del día, de la fecha, para salir corriendo. Pues eso, mucho respeto y mucha tranquilidad de saber que contábamos con ellos”. David Palmada, Pelut, también lo tiene claro: “Para mí, formar parte del grupo de rescate de LA LÍNEA VERTICAL suponía un pilar fundamental en esta movida. Normalmente cuando escaló, en montañas, en espacios exteriores, no hay problema. Si por desgracia ocurre algo, Dios no lo quiera, normalmente si tienes cobertura puedes llamar a bomberos, que te pueden sacar y te pueden rescatar. Pero aquí nosotros teníamos muy claro que lo que queríamos es ser autónomos completamente, porque es una movida que se sale de lo normal, porque puede estar en el mundo de mira de muchos medios de comunicación y, precisamente, lo que no queremos es generar un rescate que generara un gasto a la administración, queríamos ser autónomos”.

Si alguien los tenía que rescatar, solo podían ser sus propios compañeros. “Hay que agradecer mucho a Enrique Osiel, a David Aragón, a Amancio Catalán, a David Fernández, que hayan estado pendiente de nosotros en todo momento”, interviene Ernesto. “Teníamos todos los medios a nuestro alcance, teníamos un grupo de rescate, como es el de LA LÍNEA VERTICAL, en el cual hay unos técnicos que son de lo mejor que hay en España, por no decir de Europa, por no decir del mundo, ya por no pasarme de la raya –añade David Palmada–, que aparte de ser amigos son compañeros de trabajo, que aparte de que los conozco personalmente sé cómo funcionan, y no iba a estar en mejores manos de nadie que no fueran ellos”.

Y como sigue señalando Pelut: “Sé que formo parte de uno de los mejores grupos de rescate industrial que hay en el país y que encima estaban implicados en nuestra movida, dispuestos a estar 24 horas en alerta por lo que pudiera pasar, por lo tanto ellos eran un pilar fundamental. Estaban implicados a mil por mil, sabiendo que el día pactado si no salimos Ernesto y yo, van a venir dejando sus trabajos, dejando sus vidas, para sacarnos y ver qué ha pasado”.

David Palmada y Emilio Valdes en su Proyecto Black Hole

Una gran empresa, un gran equipo

Sin duda, es como dice David Palmada Pelut. “Yo creo que para LA LÍNEA VERTICAL tiene que ser un orgullo saber que está contando en su equipo de rescate pues con unos técnicos de lo mejor qué hay tanto a nivel industrial como a nivel deportivo. Y si yo fuera la empresa estaría orgulloso de saber que puedo contar con gente al cien por cien preparada para el trabajo que está realizando la empresa”.

Ernesto también apunta: “Si acaso, ahora somos todavía más conscientes, y ya no por mi ni por Pelut, que estuvimos ahí dentro, ni por Enrique ni David, que nos acompañaron al principio, de la profesionalidad que tiene LA LÍNEA VERTICAL dentro del grupo de rescate y en el resto de la empresa. Y aparte de eso, pues no es fácil en una empresa el hacer un vínculo tan fuerte, como el que tenemos nosotros en el grupo rescate. También corrobora que hay mucho feeling, mucho compañerismo y mucha comunicación”.

Y sigue añadiendo: “También quiero agradecer a Antonio Moreno Ríos que nos permitiera coger dos semanas seguidas de vacaciones en esas fechas, cuando teníamos un cúmulo de trabajo bastante grande.., y gracias a un compañero, a Amancio Catalán, que se dio un currazo enorme, me pude ir en fecha, porque teníamos ahí la duda un poco de que distintas empresas nos estaban retrasando el trabajo y no sabíamos si íbamos a entrar en fecha. Al final, lo hicimos”.

Es David Palmada Pelut, quien acaba con un mensaje: “A quienes trabajan cada día de cara a los demás en LA LÍNEA VERTICAL, ya sea en un grupo de rescate o en el mantenimiento diario, que son trabajos muy duros que comportan un serio riesgo físico porque te juegas la vida… pues simplemente les quiero hacer llegar un mensaje de decir, chicos, lo que hacemos merece la pena tanto a nivel interior como al profesional”.

No es necesario, pero Pelut lo explica: “Sabemos que estamos formando parte de una gran empresa, de un gran equipo, y que realmente somos unos grandes profesionales y que trabajar entre nosotros nos da credibilidad para saber que somos realmente profesionales para solucionar cualquier tipo de situación que nos encontremos en nuestro ámbito laboral y en nuestro día a día deportivo, porque la mayoría de las personas que trabajan en LA LÍNEA VERTICAL, aparte de ser grandiosos técnicos industriales, son grandes deportistas, tanto escaladores como espeleólogos y
barranquistas. Y me siento, realmente, muy orgulloso de pertenecer a esta gran familia y compartir el día a día laboral y el día a día de aventura con mis compañeros de trabajo”.